Convertimos los avances en retraso
En las últimas décadas, estamos viviendo un avance digital a niveles agigantados, cambiando la forma de socialización. Si bien es cierto que estos avances suponen muchos beneficios (fácil comunicación, rapidez en procesos empresariales como por ejemplo de recepción de candidaturas y procesos de selección, venta y compra, publicidad a gran nivel…). Las personas buscamos la manera de convertir algo “bueno” en algo “malo” “con tan solo un “clic”.
Además de todos los riesgos que ya estamos viendo tras el mal uso de redes sociales, donde prima la belleza y el “postureo” olvidando cualidades verdaderamente valorables socialmente, dónde se comparte contenido misógino y que perpetúa roles y estereotipos de género que conllevan a una desigualdad entre mujeres y hombres (causante de violencia machista), dónde los “malos” aprovechan el anonimato para estafar, engatusar, agredir, acosar… Ahora también nos enfrentamos a la Inteligencia Artificial y, en este caso, no es necesario que pasen tantos años para ver como su mal uso genera consecuencias negativas. Y es que, si conocemos a la primera presentadora creada por inteligencia artificial, Alba Renai, influencer virtual y presentadora de un espacio digital sucedáneo de un “reality” que se emite en televisión, observamos como cosifica a la mujer. Ella es joven, delgada, guapa, seductora… Lo que los roles y estereotipos de género dictan debe ser la “mujer perfecta”.
¿Por qué ahora que podemos crear contenido que suponga un avance no solo digital, también social, utilizamos este avance para generar un retraso en el camino hacia la igualdad de las personas?